viernes, diciembre 11

LVIII. Crónicas Vampíricas de un Bibliotecario Noctámbulo (en adelante “Electrónico”)

Para Laconia.

El despertador sonó en punto de las tres de la mañana. Eme espabiló su amodorrada conciencia, apagó la alarma de su teléfono móvil y buscó en la silla de plástico blanco, que hace las veces de buró, el número telefónico del taxista que había apalabrado horas antes. –Simón carnal -le dijo. -No hay falla. Tú márcame a las tres y yo paso por ti, me cae de madre-. Eme tomó su mochila de lona y quiso meter la computadora portátil en posición vertical. Le costó 20 minutos lograr correr el cierre, pero en punto de las 3:55 ya se encontraba en la acera que daba frente a su casa: el taxista ya tenía varios minutos esperándolo.

Eme quiso pasar el retén de seguridad sin contratiempos. –¿Trae equipo portátil en su mochila, caballero? -preguntó la chica de seguridad armada con un garrote de sensores magnéticos –sáquelo, por favor-. A Eme le pesó abrir la mochila y sacar su laptop. Volvió a pasarla por la unidad de rayos X. Después de 15 minutos se dió cuenta que la computadora ajustaba perfectamente con las dimensiones de su mochila si la acomodaba en posición horizontal…

Eme despertó al sentir que testereaban su hombro derecho, le había tocado asiento de pasillo. Abrió los ojos y en plena vigilia su mirada encontró el trasero de una sobrecargo que ofrecía bebidas a los pasajeros: “están medio payitas las niñas de Mexicana, flaquitas y menudas”, pensó. Después tomó el tomo II de Principios de ciencia nueva de Vico. Recordó que no había leído los últimos cien parágrafos del tomo I porque estaba mal encuadernado: a partir de la 169 se incluían los últimas páginas del segundo tomo, respetando impecablemente la secuencia de paginación. Eme comprobó que la edición que tenia entre sus manos nunca pasó por corrección de pruebas, incluso podía demostrarlo empíricamente, pero prefirió canalizar su frustración, “ya habrá a quien pague los platos rotos”, pensó. Cerró las páginas del libro cuando sintió que las turbulencias ambientales cimbraban el avión: entonces la jefa de sobrecargos anunció que la nave estaba a punto de aterrizar.

Eme se dirigió al módulo de taxis ubicado en una esquina de la entrada principal del aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, preguntó por el costo de traslado a San Cristóbal de las Casas -650 pesos -dijo la encargada. Eme tomó su teléfono móvil para verificar la hora y notó que eran las 8:15, -tengo que estar en el CONALEP de San Cristóbal a las diez en punto -dijo a la encargada del servicio- ¿existen opciones? –Puedes llegar a la estación de camiones foráneos en Tuxtla y de ahí tomar la corrida de las 8:20, el único detalle es que de aquí para la cuidad son 40 minutos de trayecto -le dijo. Eme valoró la situación y decidió dejarse robar aceptando la propuesta: trasladándose directamente a su destino a cambio de pagar la onerosa cantidad de 600 devaluados y mexicanísimos pesos.

Eme llegó al CONALEP de San Cristóbal en punto de las 9:30. Lo esperaban a las 10. Llegó a realizar pruebas técnicas, anticipándose a los servicios “eficaces” de su empresa tomando en cuenta la primera designación de una agenda que no había considerado los mínimos detalles de logística. Pili, su jefa inmediata, había pegado el grito en le cielo cuando la verificó, ya que una primera propuesta consideraba traslados inverosímiles entre puntos dispersos entre una constelación cartográfica marcada por la dispersión de los bachilleratos tecnológicos chiapanecos: trasladarse de Huixtla a San Cristobal en un mismo día, hazaña digna de Superman o apenas posible para médicos brujos que dominaban la ubicuidad, como don Genaro o don Juan Matus. Total, la agenda se definió de acuerdo a los tiempos de traslado: Las Casas y Palenque en un solo día, Ocosingo al segundo.

San Cristobal de las Casas se encuentra a tiro de piedra de la capital del Estado, pero es boscoso y frió, y un tramo del camino estaba cubierto con niebla. Eme llegó y el laboratorio estaba lleno con profesores, mientras que los alumnos disfrutaban de una mañana sin clases. Eme pretendía demostrarles las modalidades y beneficios del proyecto. -El portal para Educación Media Superior integra contenidos relevantes para los planes y programas de estudio que enfatizan el desarrollo de competencias... dijo Eme mientras tecleaba la dirección electrónica dentro de la barra de navegación, pero el portal nunca apareció. "Mierda", pensó, "ha de ser el pendejo servidor que se cayó". Eme recordó una clave de acceso para entrar a cierta base de datos y se le ocurrió un "ardid" para entretener a los profesores. Explicó a grandes rasgos los elementos del motor de búsqueda y pulsó el enlace a un video tutorial. Aprovechando la situación salió del laboratorio y marcó a su jefa inmediata. -El servidor se cayó, y no quedará en un rato, le dijo, -pero te envió unas claves y la presentación que realizó el vendedor. Por lo menos esa mañana Eme salió bien librado.

Para llegar a Palenque desde San Cristobal hay que pasar por Ocosingo y un retén de militares. A unos cuantos metros se ubica un Caracol. Los Caracoles son pueblos donde la gente se organiza bajo una estructura municipal y ejercen funciones de gobierno: cuentan con policía, escuela y clínica comunitarias. Desde la carretera se puede ver una casita modesta pintada con colores llamativos donde se anuncia que es una escuela primaria comunitaria, municipal y autónoma. Eme pasó justo a la hora del recreo y habia muchos niños y niñas echando desmadre, la gran mayoría calzaba zapatos y sólo unos cuantos de ellos huaraches.

Eme pasó la noche en Palenque. Al otro día se dirigió a la estación de autobuses para tomar la primer corrida rumbo a Ocosingo, donde tenía que estar a las 10. Valoró la posibilidad de tomar un taxi cuando vió que daban las 8:00 de la mañana y el camion anunciado para las 7:05 no llegaba. "Mierda", pensó. Eme abordó el autobus a las 8:05 mientras proyectaban lo que parecía el inicio de una comedia romántica -Mierda, lo que me faltaba- murmuró. Cuando aparecieron los créditos Eme se sintió conmovido y de repente cayó en cuenta que había sido víctima de sus impétus pequeñoburgueses y decidió retornar a sus prejuicios pseudomarxistas porque cobijado por ellos se sentía mucho más seguro.

En vísperas del día de Guadalupe, todas las carreteras de Chiapas sirven de pista para carreras de antorchas. Resulta que los pueblos se organizan para llevar antorchas prendidas de iglesia en iglesia en honor de la virgen. Unos ataviados con sus trajes tradicionales, otros con playeras estampadas para la ocasión, se les ve hacinados sobre caminiones de redilas siguiendo a un corredor que porta la antorcha encendida. Es posible encontrar cada veinte minutos varias diligencias similares, a lo largo de todo el día y todos los caminos. Se les ve llegar a las iglesias, cantar, y tirar porras a la virgen. Participan mujeres, hombres y niños por igual, todos esperan su turno para correr, -la gente de aquí es muy devota- le comentó el director de servicios escolares del CONALEP en Ocosingo. Eme no quiso irse de Chiapas sin visitar la catedral de San Cristobal. Caminó desde la terminal de autobuses al centro y se encontró con dos procesiones de fieles guadalupanos. Se encontró con una portada modesta pintada de amarillo y decoraciones rojas. Había nichos con esculturas de apóstoles, o santos, no pudo verificarlos, pero dedujo que se trataba de los primeros por la cantidad. Entró al templo y cayó en cuenta que era una basílica cuyo pasillo central estaba bordeado por columnas de capitel corintio. El retablo central era barroco, así como los retablos laterales, pero el recinto estaba tan obscuro que las pinturas apenas se veían. "Valió la pena" pensó Eme y se prometió a si mismo regresar en otra ocasión. Salió del templo y miró la cruz atrial. Terminando la plaza y cruzando la calle se veían dos grandísimas casas rematadas por techos de tejas rojas, sobre uno de ellos asomaba un horropilante y gigantesco Santa Clos inflable, pero detrás del adefesio se podían ver los cerros, las nubes.

jueves, noviembre 13

LX. Diálogo en el Infierno entre Lolita Maldita y Frank Morbo

El espacio es oscuro y lúgubre, como un ataúd. La concurrencia se mueve a ritmo de frenéticos beats, la fricción de los cuerpos genera calor, un calor húmedo que sofoca porque no hay ventilación, la ruca que regentea el espacio decide cerrar los balcones en un arranque de paranoia legalista. En la tarima está un DJ disfrazado de vampiro que programa música electrónica de corte industrial y cyberpunk, aunque por ahí se le escapan algunas rolas tecno del mas puro estilo “ochentas”, de repente suena una de las rolas favoritas de Morbo: “Electronaut”, de VNV Nation.


-No mames Lolita, está rola está increíble, haz de cuenta el revival ochenteno, bien “tecnoso”, rudimentario, así mal pedo.


-“Sinta” mi Frank, el tecno es la onda, porque a mi, lo que sea de cada quién, me gusta la música atascada, me gusta el industrial, aunque ya sabes que lo mío, en verdad lo mío, es el modelaje…


Termina la rola y sienten sed, van por un par de chelas. El calor húmedo e infame los expulsa de “recinto cyber”, suben al tercer piso buscando la terraza y pasan de largo por la salita donde programan tecnopop en español de los ochentas: suena una rola de Alaska y Dinarama: “La calle desierta, la noche ideal, un coche sin luces no pudo esquivar
un golpe certero, y todo terminó entre ellos de repente, no me arrepiento
volvería a hacerlo, son los celos, ….” pega berridos Lolita, haciendo como que canta, sus desentonados gritos se pierden entre la rola.


Una vez en la terraza Frank prende un cigarro y da un sorbo a su chela, un sorbo tan generoso que la vacía por completo. Comienza una irrelevante conversación relativa a cierto artículo escrito por un tal Blas Urrea allá por 1911 donde recomendaba al Jefe de la Revolución todo un plan de operación política para desactivar los brotes revolucionarios y pacificar el País: “Haz de cuenta, mija, que el tal Blas le decía a Madero, “no la cagues maestro, como transas con el viejo régimen dando chance a los “científicos” que pongan de presidente interino a León de la Barra”; pero ese era solo un detalle, la gente creía que Madero era un loco cuando afirmaba sin empacho que el principal problema de México no era de carácter político, sino económico: de ahí su famosa replica a un jodido rezongón: “el pueblo no quiere pan, quiere libertad”, el problema aquí, mi queridísimo encanto, es que a Madero nunca le dio tiempo de leer la obra de don Andrés Molina Enriquez, abogado y notario público en Jilotepec, además de ilustre sociólogo diletante, aunque él decía de si mismo que era etnólogo, supongo que sin saber que putas significaba por aquel entonces dicho terminajo…” dice de corrido Frank Morbo frente a la mirada estupefacta de Lolita Maldita, cuyos oídos no dan crédito a lo que acaban de escuchar: “no mames Frank, eso que dices está chingón, ¿dónde lo puedo consultar?”, pregunta emocionada Maldita confiando en las buenas intenciones de Frank: “nombre mija, es una bibliografía rete rara e inaccesible, pero yo tengo una copia en mi biblioteca personal, cuando quieras te llevo a mi casa, pero no se lo digas a nadie, será nuestro pequeño secreto…” dice Frank sacando inmediatamente el cobre, como buen patán de mierda que es. “Queé hueva Franc, vámonos al cyber, creo que están poniendo a Colony 5”, dice Lolita, “¿sabes que el vocalista me dio un beso la vez que tocaron aquí, en el mismísimo Infierno?”, Frank pone rictus de hastío “si Lolita, me lo has dicho cientos de veces y todavía no lo has podido superar”.


Lolita Maldita se matriculó en la ENAH para estudiar Historia, nunca se compuso, ya casi termina sus materias y piensa en hacer una Maestría, porque lo que mal empieza, mal termina.

viernes, octubre 10

XLIX. Cholula

Mis estimadísimos y escasos lectores, de nueva cuenta se presenta el vampiro consentido de la red, que si no da los buenos días no es por ser grosero, sino porque la puta mañanas no existen para él. Si, es cierto, doy la razón a los más suspicaces de ustedes, que ya se habrán preguntado por qué putas el vampiro no ha escrito ni madres, incluso entre ustedes no faltará quien se alegre por tal motivo, porque a pesar que mi blog de complicada y trabajosa digestión, se agradece que incluso los ofendidos se den un tiempecín leyendo mis letras, incluso hay quien se toma la molestia de dejar reclamos en el espacio para comentarios de Blogspot, cosa que este muchachón por supuesto agradece: qué mejor que los perros ladren.


Últimamente me he divertido demasiado en mi trabajo, por lo que no me ha dado tiempo de escribir. En ese sentido me parece pertinente comentar que me di la vueltecita por Cholula, centro ceremonial milenario. Resulta que me tocó un hotel en la mera arcada del “Zócalo”, misma que los choluleños presumen de ser la mas grande de Latinoamérica, y lo dicen con el mismo orgullo que los marginados de allá por mis rumbos (Aragón, San Felipe de Jesús y Anexas) usan para referirse a su kilométrico y espantosísimo tiangüis dominical (simón, nada como un domingo dando el rol por San Felipe, kilómetros y kilómetros de puestos con la misma pinche ropa, los mismos putos tenis y la mismíta jodida piratería… pero independientemente de las redundantes miríadas de puestos y de su escasa variedad, con toda seguridad encuentras igual número de expendios de ricas, deliciosas y refrescantes micheladas; desde esta perspectiva, y mirándolo por el lado amable ta chido irse a curar la cruda a la San Felipe.


Traigo a colación la San Felipe, su célebre tianguis y sus ricas micheladas nomás por una sencillísima razón: cuando fui a Cholula me tocó la Feria en honor de la Virgencita y San Miguel, yo llegué un mero miércoles a instalarme en el Hotel, no sin antes pasar por una michelada a la plaza de armas, no había desayunado ni madre y por supuesto me puse medio pedo, rayaban apenas las dos horas pasado el meridiano. Una vez instalado me dirigí a célebre universidad privada que se ubica en dicho pueblo. Una vez dentro de las instalaciones del Campus pasé a la biblioteca y pregunté por la responsable del evento, me dirigí a su oficina, espacio de talacha monumental, la coordinadora del evento dejaba todo listo para el día siguiente: celebrábamos encuentro bianual de bibliotecarios.


Cholula presume de ser chula, tiene muchas cúpulas, cuenta la leyenda que sumadas a las de Puebla tiene tantas iglesias como días cuenta el año, la culpa la tuvo Gómara, o ve tú a saber quien putas, el caso es que la anécdota surgió a colación de un símil, una simple imagen ilustrativa, porque resulta que los españoles, cuando llegaron a Cholula, vieron tantísimos templos que no les quedó más que decir tal pendejada: “los tiene casi como días del año”. Los fresitas de la UDLA se apañaron varias colecciones antiguas de los franciscanos, y como quien no quiere la cosa formaron su fondo antiguo, con pretexto de rescatar los monumentos de dicha orden mendicante, formaron asi una flamante Biblioteca Franciscana, de acceso restringido y que nomás puede verse por afueritas, ¿jodido, no crees?.